Alejandro Juárez Gamero
Eraserhead. (Estados Unidos, 1977), 89 min. D y G: David Lynch. F en B/N: Herbert Cardwell y Frederick Elmes. Música: David Lynch. Edición: David Lynch. Con: Jack Nance (Henry Spencer), Charlotte Stewart (Mary X), Allen Joseph (señor X), Jeanne Bates (señora X). Productor: David Lynch. Clasificación: B-15.
A 41 años de su estreno el surrealismo de Eraserhead, del cineasta David Lynch, regresa por derecho propio a las salas de exhibición como parte de la Muestra Internacional de Cine 2018. Se trata de una copia remasterizada y en 4K, como lo dictan los cánones de la época digital.
Eraserhead narra la historia de Henry Spencer, un joven sobre el que hay poca información. Se sabe que trabaja en una imprenta, vive solo, tiene cierto gusto por la música y la manía de tirar una moneda dentro de una tinita con agua que se encuentra en el cajón de una cómoda. Además, es claro que la forma de vida de su joven vecina de piso lo intriga e inquieta.
Los días en la vida de Henry son rutinarios. Vive en una zona industrial y para llegar a su departamento tiene que transitar entre vías de tren, charcos y montones de tierra. En la noche, las calles son dominio de la neblina y de los vapores que salen por doquier.
La vuelta de tuerca en la rutinaria vida de Henry ocurre cuando recibe el mensaje de que está invitado a cenar en casa de su novia Mary. El rumbo donde vive ésta no difiere mucho del que habita Henry.
El ambiente que recrea David Lynch en la casa de los padres de la novia es por momentos chocante y termina rayando en lo demencial. Para empezar, en el centro de la sala está una perra amamantando a sus cachorros, el chasquido que hacen éstos al alimentarse es muy fuerte por momentos.
El padre de Mary está perturbado por sus obsesiones, lo que le impide mantener una conversación coherente, además, tampoco puede expresar sus ideas porque constantemente es reprimido por su esposa.
En la cocina se encuentra una anciana que padece parálisis total, a la que periódicamente le colocan un cigarro en la boca. Pese a la discapacidad de la mujer, la madre de Mary la hace partícipe de los preparativos de la cena. Para ello, coloca en sus piernas un recipiente y en cada una de sus manos una cuchara, luego, se sitúa detrás de ella, toma sus manos y como si fuera un títere las mueve con parsimonia para mezclar los ingredientes de la ensalada.
Durante la cena, al cortar el pollo, éste empieza a mover las piernas y brota de él un líquido denso y obscuro; en medio de esta situación la madre de Mary mueve la lengua como si fuera una serpiente, pone los ojos en blanco y entra en una especie de éxtasis.
En la penumbra y la atmósfera sofocante que reina en la casa, la madre informa a Henry que Mary ha dado a luz y le cuestiona si ha tenido relaciones sexuales con ella, al mismo tiempo se abalanza sobre él para besarle el cuello.
Contra la pared y desconcertado Henry declara que no tiene ningún problema para casarse y hacerse cargo del bebé, que resulta ser una criatura extraña, fea, sin piernas ni brazos, con un cuello largo que termina en una cabeza parecida a la de una tortuga, pero que emite sonidos de bebé. El cuerpo del ente es redondo está envuelto en vendas y de hecho asemeja una tortuga sin caparazón.
En general las escenas de la película no dejan de ser agobiantes e inquietantes, algunas contienen imágenes oníricas, como la del hombre extremadamente delgado, casi moribundo, que, en medio de la penumbra, acciona varias palancas con las cuales controla algo, que bien puede ser la vida de los personajes de la historia.
Las representaciones que hace Lynch sobre la vida de Henry tienen múltiples interpretaciones. Sin embargo, no debe perderse de vista el contexto de la sociedad estadunidense de la época.
La relación sexual de Henry y Mary, sostenida fuera del matrimonio, por ejemplo, es vista como pecaminosa, y sobre los protagonistas no sólo recae una gran culpa sino también un castigo, que se traduce en que el producto de esa relación es un bebé aborrecible.
Cuidar a la criatura es un tormento para Mary, quien debe hacerse cargo de su cuidado tanto de día como de noche, porque no tiene el apoyo de su marido. La presión para Mary llega a tal nivel que decide abandonar a Henry y a la criatura que, por cierto, nunca se calla y emite unos sonidos que a la larga terminan por ser desesperantes.
El retrato que hace Lynch de la familia de Mary es una forma de expresar la agonía de la familia nuclear estadunidense que, para la época en que si filmó la película, estaba en franca contraposición con la incorporación de las mujeres al mercado laboral y el respeto a sus derechos como personas.
La decisión de Mary de abandonar a Henry con la criatura tiene mucho que ver con la emancipación de las mujeres, característica de los años sesenta y setenta, muy a contrapelo de lo que ocurría en una familia de tipo tradicional.
Otro aspecto importante a considerar en el contexto en que se estrenó Eraserhead tiene que ver con el tipo de películas con las que competía.
En el año de 1977 los efectos especiales empezaron a abrirse paso con más fuerza en películas tales como Star Wars (George Lucas) y Close encounters (Steven Spielberg).
En otra línea se ubican películas del corte de Saturday night fever (John Badham), cuya onda expansiva impactó a varias generaciones.
En el mismo año se estrenó New York, New York (Martin Scorsese); Sorcerer (William Friedkin), remake del filme francés El salario del miedo (1953, de Henri Georges Clouzot); Ese oscuro objeto del deseo (Luis Buñuel); Equus (Sidney Lumet) y Madame Rosa (Moshé Mizrahi).
El mercado era muy amplio y competitivo. Sin embargo, Eraserhead, que es una producción de bajo costo –tuvo un presupuesto de 10 mil dólares-; hecha en blanco y negro; con efectos especiales muy primarios; que transita entre el surrealismo y el cine experimental y aborda temas como la familia, la liberación sexual y la religión, logró conquistar un espacio en el público y la comunidad cinematográfica de la época.
Sobre este último aspecto, el primer director y productor hollywoodense que puso los ojos en Lynch fue ni más ni menos que Mel Brooks, quien le propuso dirigir El Hombre elefante (1980), película que, para no variar la tendencia de Lynch, fue filmada en blanco y negro y con una temática ligada a la dignidad de la persona.
La película estuvo nominada para ocho premios Óscar, entre ellos el de mejor dirección. Sin embargo, no obtuvo ninguno y fue la Academia de Cine Francés la que le otorgó el premio César, en 1981, por mejor película extranjera.
Eraserhead tiene una amplia gama de interpretaciones, verla a 41 años de su estreno es interesante no sólo para preservar la memoria cinematográfica, sino para recrear la opera prima de Lynch, quien tiene en su haber una producción cinematográfica de primer nivel.
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